1inegi(2018) Defunciones por homicidio.
227 por cada 100,000 habitantes
Hoy en día los asesinatos son la principal causa de muerte entre los hombres de 20 a 34 años en el país.
Fuente: Secretaria de Salud. Estudio diagnóstico del derecho a la salud 2018. CONEVAL.
¿Qué significa esto?
Este dato y el hecho de que los asesinatos de mujeres se han triplicado en los últimos 10 años 1son clara evidencia del clima de violencia en el que vivimos y del impacto que ha tenido en la realidad que viven los hombres y mujeres jóvenes en nuestro país. Para entender mejor el tamaño de la situación que vivimos en México, basta con señalar que en 2017 la tasa de homicidios 2fue más del doble de lo que la Organización Mundial de la Salud considera una epidemia de violencia, y hubo un homicidio cada 15 minutos. Si bien la violencia ha impactado a algunos grupos más que a otros, todos y todas hemos visto alterada nuestra vida y, a causa de la inseguridad, hemos cambiado nuestras dinámicas cotidianas y vivimos con miedo.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Llevamos poco más de una década de vivir una guerra fallida contra los grupos criminales y prácticamente tres décadas de violencia producida por los cárteles de la droga. La escalada de violencia inició en los años noventa cuando, tras la derrota de los cárteles de la droga en Colombia, la industria de tráfico ilegal de droga migró a México. Al mismo tiempo, México evolucionó hacia una democracia, rompiendo el pacto entre autoridades y cárteles que mantenía un relativo equilibrio pacifico.
Además, la implementación de la “Guerra contra el narcotráfico”a finales de 2006 incrementó la violencia al militarizar la lucha contra el crimen organizado y atacar directamente a los cárteles y a sus líderes, generando una competencia feroz por el negocio del tráfico de drogas y por el liderazgo de estos grupos. En consecuencia, y para poder fondear el costo de los enfrentamientos entre cárteles y contra el gobierno, los grupos criminales expandieron sus actividades criminales e incluyeron actividades como el secuestro, la extorsión y el tráfico de personas, aumentando así la violencia.
Estos eventos, sumados a un aumento en el consumo de drogas, la falta de oportunidades, y un sistema de justicia corrupto e insuficiente, hicieron que el país cayera en una espiral de violencia e inseguridad en la que reina la corrupción y la impunidad.
La situación se agrava
Existen una serie de factores que nos impiden salir de esta crisis de inseguridad. En primer lugar, a causa del tiempo que toma hacer denuncias, el miedo, y la poca efectividad de las instituciones encargadas de impartir justicia –disminuida por la corrupción y los escasos recursos disponibles–, únicamente uno de cada 10 crímenes se denuncia. De esta manera se reduce la probabilidad de que un crimen sea castigado y se imparta justicia, lo que a su vez incentiva un mayor número de crímenes. En segundo lugar, las cárceles difícilmente cumplen su función y reinsertan de manera efectiva a los presos, y en muchos casos refuerzan la presencia de delitos.
¿Qué hacer?
Para contrarrestar esta tendencia, es necesario dotar a las instituciones con los recursos suficientes para su buen funcionamiento y generar una estrategia mucho más amplia, que no sólo se enfoque en la represión, sino que también incluya medidas de reestructuración del tejido social, prevención del delito y reinserción coordinadas. Como ciudadanos es importante ser más participativos y trabajar en conjunto con autoridades locales para localizar problemas o focos de inseguridad, además de denunciar delitos. También, debemos involucrarnos con nuestra comunidad, conociendo a nuestros vecinos y ayudándonos unos a otros; evitar en la medida de lo posible el conflicto y darle prioridad sobre todo al diálogo y a la tolerancia para la resolución de conflictos entre vecinos.
Códice.
COMENTARIOS